Las convulsiones son movimientos musculares en forma de contracciones violentas e incontrolables de la musculatura voluntaria. Aparecen en uno o varios grupos musculares o bien generalizadas en todo el cuerpo.
Van asociadas a cuadros tóxico-infecciosos con afectación cerebral, pero sobre todo a la epilepsia. En ciertas formas de epilepsia presentan un patrón específico, denominándose convulsiones de gran mal, que aparecen con los siguientes síntomas asociados: pérdida instantánea de la consciencia, alteraciones fisiológicas, mordeduras de la lengua, lesiones por caídas y gritos debido a la contracción de la glotis. Las crisis suelen estar precedidas por un estado denominado aura, en el que se experimentan síntomas sensitivos de manera consciente, principalmente obnubilación o sensación de hormigueo, o bien alucinaciones elementales, como destellos de luz o percepción de olores.
El gran mal consta de 3 fases: en la primera, fase tónica, se instaura la apnea y se produce una pérdida de consciencia, seguida de la contracción de los músculos agonistas de la cabeza y las extremidades, debido a las cuales el individuo puede caer al suelo si está de pie. En la segunda fase, la convulsiva, se mantiene la apnea y se inician las convulsiones involuntarias, rítmicas y regulares que se generalizan desde los brazos, piernas y musculatura periocular a todo el cuerpo (fase clónica), pudiéndose producir lesiones o traumatismos por las caídas o mordeduras en la lengua; tras la recuperación respiratoria y en ocasiones el vaciado vesical urinario de la fase convulsiva viene la fase de recuperación en la que la consciencia se recupera paulatinamente y durante la cual se observan a menudo estados confusionales con agitación y desorientación auto y alopsíquica.
En ocasiones pueden aparecer crisis convulsivas en los pacientes histéricos. Algunos datos para distinguirlas de las crisis epilépticas son: la inexistencia del patrón típico epiléptico, por ejemplo la ausencia de apnea o la presencia de crisis arrítmicas o irregulares; el registro EEG normal, la duración y la frecuencia superior de las crisis o la terminación en forma progresiva; la reducción de la frecuencia de crisis cuando el individuo está solo; la ausencia de mordeduras de la lengua, incontinencia urinaria o lesiones por caídas; y la presencia de convulsiones anárquicas, no simétricas e intencionales.
Comentários