El trastorno de despersonalización se clasifica como un tipo de trastorno disociativo. En él, la familiaridad con uno mismo se desvanece y la sensación de ser irreal se apodera. Algunos síntomas característicos son:
1. Extrañeza hacia uno mismo: sentirse como un observador de nuestras propias acciones, más que un actor en nuestra propia vida.
2. Ausencia de un yo: la sensación de que el “yo” se ha esfumado dejando un vacío.
3. Entumecimiento mental y físico: como si nuestras emociones y sensaciones se hubieran vuelto opacas.
Para quienes padecen el trastorno, la experiencia puede ser angustiosa. A pesar de saber conscientemente que son reales, sienten que no lo son. El miedo a perder la cordura o incluso a convertirse en un “muerto viviente” puede formar parte de sus pensamientos.
La concentración y el rendimiento en tareas cotidianas pueden verse afectados, y la depresión y ansiedad a menudo acompañan.
Es importante destacar que no estamos ante un caso de delirio o psicosis. El juicio de realidad se mantiene, aunque la extrañeza persiste. Además, no se debe a otras enfermedades mentales, condiciones médicas o consumo de sustancias.
Las causas del trastorno pueden variar, desde el estrés hasta abusos sexuales o traumas. El tratamiento suele involucrar terapia cognitiva para ayudar al paciente a reconectar su sentido de identidad y realidad. Aunque no es un trastorno grave ni peligroso, su impacto en la calidad de vida puede ser significativo.
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