La pornografía puede ser un aliado o un enemigo en las relaciones de pareja pero, ¿de qué depende? Pues básicamente de los gustos, necesidades y enfoques de ambos al respecto. Hay gente que se horroriza al oír la palabra “porno” o “pornografía”, llegando a tomarlo como una desviación o depravación e incluso considerar su consumo como una traición o infidelidad. También hay quien tiende a volverse “adict@” a ella. Entonces, ¿cuál es la dosis? Siempre la que suponga un EQUILIBRIO dentro de la pareja.
Hay algunas consideraciones a tener en cuenta:
1) La pornografía es ficción: No tiene por qué tener nada que ver con la realidad sexual de ninguna pareja, es sólo un “espectáculo” para entretenerse y/o divertirse, fantasear, pero NO hay que tomarlo como modelo para comparar si la calidad de nuestra sexualidad en pareja es buena o mala en función de lo que se muestra en ese tipo de filmografía. La pornografía NO es educación sexual, no es un modelo.
2) Puede provocar conductas compulsivas y adictivas: El consumo continuado de pornografía unido a la masturbación solitaria y posterior orgasmo mientras se ve material pornográfico pueden suponer dificultades a la hora de mantener relaciones con una pareja. El orgasmo es un refuerzo muy potente de la conducta de masturbarse mientras se ve porno y si además se consigue rápido, es aún más potente, con lo cual puede acabar asociándose la urgencia e intensidad del placer del orgasmo con la necesidad de utilizar pornografía y como única vía (o la más rápida) la masturbación para satisfacer esa necesidad. Esto es una trampa a largo plazo, porque limita mucho la posibilidad de abrirse a otras sensaciones y formas de llegar a un placer igualmente intenso, ya sea individual o en pareja.
3) Hay personas a las que NO les gusta la pornografía. Les resulta demasiado evidente, basta e irreal, aburrida, que no deja lugar a la imaginación; a algún@s, hasta denigrante. No por eso son estrech@s o sos@s, simplemente no les va. Se trata de gustos, preferencias. Hay gente a la que incluso puede gustarles en una época de su vida y dejar de gustarles y viceversa.
Entonces, ¿el porno en la pareja es malo? Aunque a raíz de lo anteriormente expuesto lo parezca, NO, no lo es. Siempre y cuando ambos estéis de acuerdo en verlo y os guste lo suficiente como para divertiros juntos con ello, y SIEMPRE que NO LIMITE vuestro disfrute sexual a “tener que ver material pornográfico, si no, no podemos tener sexo” (y con esto me refiero a sexo individual y en pareja). Es decir, una vez más, siempre que no interfiera con vuestro disfrute en otros contextos o circunstancias haciéndoos dependientes de ese material para vivir el placer.
Por otro lado, como alternativa o complemento existe un género de cine, el cine erótico, que puede ser un aliado perfecto en las relaciones de pareja para quienes no les gusta la pornografía. Se trata de películas que, lejos de enfocar el filme en la típica escena de penetración “mete-saca”, tienen un argumento mucho más amplio y escenas que dejan más espacio a la imaginación y a la fantasía erótica. Incluso películas “comerciales” y generales, que no pertenecen a este género, como “Eyes wide shut”, con Tom Cruise y Nicole Kidman, “9 semanas y media”, con Kim Basinger, contienen escenas eróticas de una intensidad suficiente como para llenar el “archivo de fantasías” o generar un ambiente erótico y excitante previo o complementario a un encuentro sexual.
Finalmente, las lecturas eróticas, ya sean novelas o relatos cortos, suponen un gran abanico de posibilidades, ya que dejan casi todo el espacio abierto a la imaginación. Podéis leerlas junt@s o compaginarlas y leer cada vez un@ , incluso , elaborar fantasías: Conjuntas, individuales y luego compartirlas… Las posibilidades son muchas y ¡están al alcance de la mano! Sólo tenéis que abrir un poco la mente y echarle imaginación.
¿Te animas a probar alguna de estas opciones hoy? ;)
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