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Trastornos por somatización: cuando el cuerpo habla lo que la mente calla

  • Foto del escritor: Psicologia Psicax
    Psicologia Psicax
  • hace 6 días
  • 3 Min. de lectura

En el ámbito clínico, los trastornos por somatización se refieren a la presencia de síntomas físicos reales y persistentes —dolor, fatiga, molestias gastrointestinales, tensión muscular, mareos, sensación de falta de aire, entre otros— que no pueden explicarse completamente por una causa médica. Aunque no haya una lesión orgánica detectable, el malestar es genuino y puede generar un fuerte impacto en la calidad de vida de la persona.

🔹 Un lenguaje del cuerpo

Desde una mirada integradora, podemos entender la somatización como una forma de expresión del sufrimiento emocional a través del cuerpo. Cuando las palabras no alcanzan para expresar lo que duele, el cuerpo se convierte en el escenario donde ese conflicto busca ser escuchado. A menudo, el síntoma físico funciona como un puente: una vía por la que el organismo intenta comunicar una tensión psíquica o relacional que no ha encontrado otro cauce.

No se trata de “todo está en tu cabeza”, sino más bien de “tu cuerpo está intentando ayudarte a entender algo que aún no ha podido ponerse en palabras”.

🔹 Mecanismos implicados

En las personas con tendencia a somatizar, suelen coexistir algunos de los siguientes factores:

  • Estrés crónico y dificultad para identificar o expresar emociones (lo que se conoce como alexitimia).

  • Historia de trauma temprano o negligencia emocional, donde el cuerpo aprendió a ser el canal principal de la angustia.

  • Altos niveles de autoexigencia o control, que mantienen al sistema nervioso en alerta.

  • Modelos familiares donde la enfermedad o el dolor eran las únicas formas de recibir atención o legitimidad.

  • Aprendizaje fisiológico: la activación prolongada del sistema de estrés (hiperactivación simpática) genera alteraciones reales en el cuerpo —digestivas, musculares, inmunológicas o endocrinas— que perpetúan el círculo del síntoma.

🔹 Cuerpo, emoción y vínculo

En muchos casos, el cuerpo traduce lo relacional: tensiones en los vínculos, sobrecarga emocional, duelos no elaborados o conflictos internos que aún no se han integrado. Por eso, el abordaje terapéutico no se centra únicamente en eliminar el síntoma, sino en escuchar lo que el cuerpo está intentando comunicar.

Preguntas como:

  • “¿En qué momentos aparece el dolor?”

  • “¿Qué suele estar ocurriendo en tu vida cuando el cuerpo se activa así?”

  • “¿Qué necesidad podría estar pidiendo atención a través de este síntoma?”…pueden abrir caminos de comprensión profunda.

🔹 Abordaje terapéutico

El tratamiento suele requerir un enfoque multidisciplinar:

  • Revisión médica exhaustiva, para descartar causas orgánicas.

  • Psicoterapia centrada en el reconocimiento emocional, la regulación del sistema nervioso y la integración mente-cuerpo.

    • Enfoques como el EMDR, la terapia somática, la DBT o los modelos basados en trauma y apego son especialmente útiles.

  • Educación psicoemocional sobre la conexión entre estrés, emociones y cuerpo.

  • Autocuidado corporal consciente: movimiento suave, respiración, descanso, alimentación y límites saludables.

El proceso no consiste en “convencer” al cuerpo de que deje de hablar, sino en escucharle con respeto y acompañarle a traducir su mensaje.A medida que la persona se siente más segura para habitar sus emociones y su historia, el cuerpo ya no necesita gritar tanto.

🔹 Una mirada compasiva

Comprender los trastornos por somatización requiere salir de la dicotomía mente vs. cuerpo y reconocer que somos una unidad psicosomática. El síntoma no es un enemigo, sino una señal de que algo necesita atención, descanso o reparación. Mirarlo con compasión —en lugar de culpa o incredulidad— es el primer paso hacia la sanación.


“El cuerpo no miente: traduce en su propio idioma lo que aún no hemos podido decir en el nuestro.”

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