La autocompasión en psicoterapia: cómo la explicamos y aplicamos en consulta
- Psicologia Psicax

- hace 13 horas
- 2 Min. de lectura
En el trabajo clínico, uno de los recursos más transformadores —y a menudo más malinterpretados— es la autocompasión. Muchos pacientes llegan a consulta cargando con altos niveles de autoexigencia, culpa y crítica interna, sin darse cuenta de que esa forma de relacionarse consigo mismos agrava su sufrimiento. Aquí es donde la autocompasión se convierte en una herramienta clínica fundamental.
¿Qué es la autocompasión?
La psicóloga Kristin Neff, pionera en la investigación sobre este tema, la define como la capacidad de tratarnos con la misma amabilidad y comprensión con la que trataríamos a un buen amigo en un momento de dificultad.
Lejos de ser indulgencia o victimismo, la autocompasión implica:
Amabilidad hacia uno mismo en lugar de crítica despiadada.
Reconocimiento de la humanidad compartida, recordando que no somos los únicos en sufrir o equivocarnos.
Atención plena (mindfulness) para observar el dolor sin identificarnos completamente con él ni negarlo.
¿Por qué es importante en terapia?
En la clínica, la autocompasión ayuda a:
Reducir la rumiación y la autocrítica, frecuentes en depresión, ansiedad y trauma.
Favorecer la regulación emocional: cuando el paciente se trata con suavidad, el sistema nervioso encuentra más fácilmente la calma.
Potenciar la motivación saludable: en lugar de empujarse desde el miedo o la vergüenza, la persona se moviliza desde el cuidado.
Reforzar el vínculo terapéutico, pues el paciente experimenta cómo puede replicar en sí mismo la mirada empática que recibe del terapeuta.
Cómo se lo contamos a los pacientes
Una de las resistencias más comunes es que los pacientes piensan que “ser compasivos con uno mismo” es sinónimo de debilidad o autoindulgencia. Para contrarrestarlo, podemos usar metáforas y ejemplos prácticos:
El amigo cercano: “Si tu mejor amigo estuviera pasando por lo que tú pasas, ¿qué le dirías? ¿Le hablarías como te hablas a ti mismo? ¿Qué cambiaría si te dieras a ti esas mismas palabras?”
El niño interior: “Imagina que esa parte de ti que sufre es como un niño pequeño. ¿Cómo lo sostendrías en tus brazos? ¿Qué tono de voz usarías?”
El entrenador que motiva con respeto: “La autocompasión no te quita disciplina, te cambia la forma de impulsarte: pasas de empujarte a base de reproches a motivarte con cuidado.”
Prácticas breves de autocompasión en consulta
Pausa autocompasiva: parar unos segundos, llevar la mano al pecho y decirse una frase de cuidado: “Esto duele, no estoy sola, me ofrezco amabilidad”.
Diálogo escrito: escribir una carta a uno mismo desde la voz de un amigo o figura de apoyo.
Reencuadre de errores: revisar una situación de fallo y mirarla con ojos compasivos, buscando el aprendizaje sin juicio.
Conclusión
Introducir la autocompasión en la terapia no solo ayuda a aliviar el sufrimiento, sino que enseña a los pacientes una manera distinta de relacionarse consigo mismos: más humana, más sostenible y más sanadora.
En palabras de Neff: “La autocompasión no significa sentir lástima por uno mismo, significa honrar y cuidar al ser humano que somos, con nuestras luces y sombras.”








Comentarios