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El nervio vago: un puente entre cuerpo y mente

  • Foto del escritor: Psicologia Psicax
    Psicologia Psicax
  • 3 oct
  • 2 Min. de lectura

En los últimos años el nervio vago se ha vuelto muy popular en psicología y neurociencia aplicada, especialmente en el ámbito del trauma y la regulación emocional. Sin embargo, no siempre se explica con claridad qué es ni por qué resulta tan importante para nuestra salud psicológica y física.



¿Qué es el nervio vago?


El nervio vago (o nervio craneal X) es uno de los nervios más largos del cuerpo. Su nombre proviene del latín vagus, que significa “errante”, porque recorre un camino muy amplio: nace en el tronco cerebral y se ramifica hacia órganos tan relevantes como el corazón, los pulmones y el sistema digestivo.


Se trata de un componente esencial del sistema nervioso parasimpático, el encargado de las funciones de descanso, recuperación y digestión. Es decir, de contrarrestar la activación del sistema simpático, que se encarga de la respuesta de lucha o huida.



¿Por qué es importante en psicología?



La investigación en torno al nervio vago ha mostrado que no solo regula funciones corporales (frecuencia cardíaca, respiración, digestión), sino que también juega un papel clave en la regulación emocional y social.


  • Un nervio vago flexible y “entrenado” favorece la calma, la sensación de seguridad y la conexión social.

  • Por el contrario, una baja actividad vagal puede relacionarse con ansiedad, depresión, problemas digestivos o dificultad para salir de estados de hiperactivación (estrés crónico) o hipoactivación (apatía, disociación).



Stephen Porges, a través de la Teoría Polivagal, ha descrito cómo distintas ramas del nervio vago sostienen nuestras respuestas automáticas frente a la amenaza y la seguridad.



Indicadores de la salud del nervio vago


Un concepto clave es la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC): la capacidad del corazón de adaptarse a las demandas del entorno. Una buena VFC refleja un nervio vago activo y flexible. En psicología clínica, esto se traduce en mayor capacidad de autorregulación emocional.



¿Cómo estimular el nervio vago?


Aunque no se trata de una “receta mágica”, existen prácticas cotidianas que pueden favorecer el tono vagal y, con ello, nuestra resiliencia psicológica:


  1. Respiración diafragmática lenta: inhalar y exhalar profundamente, favorece la activación parasimpática.

  2. Cantar, tararear o recitar: las vibraciones de la voz estimulan el nervio vago a nivel laríngeo.

  3. Inmersión en agua fría o duchas contrastadas: el cambio térmico activa reflejos vagales.

  4. Conexión social segura: el contacto humano cálido, la mirada y la sonrisa tienen un potente efecto regulador.

  5. Movimiento suave y consciente: yoga, tai chi, caminar en la naturaleza, actividades que integran cuerpo y mente.


En conclusión


El nervio vago es un puente entre cuerpo y mente. Comprender su papel nos ayuda a ver que la salud psicológica no solo depende de lo que pensamos, sino también de cómo nuestro organismo se regula. En psicoterapia, incorporar prácticas que favorecen la activación vagal puede ser un complemento muy valioso para el trabajo emocional.

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